APUNTE LEGO
JULIO MIRAVALLS
El Mundo, 20/05/2011
#nolesvotes en el espejo
Da juego debatir sobre cómo internet cambia la sociedad, las relaciones y la mente humana. Desde gurús que creen en un nuevo paradigma de inteligencia universal, hasta el «internet nos vuelve estúpidos» de Nicholas Carr. Hay quienes creen que todo lo importante sólo está pasando en internet, y quienes, como mi querido Pedro Cuartango, osan despreciar la rampante banalidad de la mensajería sincopada. Pero internet es ya un espejo de la vida real. Aunque dé un reflejo algo deforme, difuso y metafórico de la realidad.
Ahora, en campaña electoral, la sorpresa es ver a miles de manifestantes en las calles, convocados por un hashtag, una etiqueta, un hastío. Porque no es cierto que en la red se entera uno de todo. El mundo virtual es tan extenso, compartimentado y lleno de guetos como el mundo real.
La modernidad tecnológica ayuda en el contacto, claro. Los rebeldeshan cambiado la vietnamita de imprimir pasquines por elmicroblogging. Pero los movimientos de masas espontáneos siempre funcionaron bien con el boca a boca, que prende como yesca en los hierbajos secos. Como en el Motín de Aranjuez, el 2 de Mayo o el Mayo del 68.
O sea, que no hay motín porque exista Twitter, sino porque hay un grupo social amotinado, que siente que tiene motivos. Sin permiso de Rajoy, haré lo fácil: descalificar a la política y los políticos, que es lo que nos ha llevado a este punto, en el que la crisis germina una masa de cabreo, con algo de rabia antisistema y las frustraciones de cada cual para rellenar huecos entre etiquetas.
Los concentrados en Sol están reclamando un nuevo periodo constituyente, aunque posiblemente la mayoría no lo sabe. No tiene que ver con internet, sino con el timo político de la pirámide caudillista: un funcionario de la política, señalado como primer ministro por su partido, acaba investido de plenos poderes presidenciales y taumatúrgicos a título personal, no para administrar la cosa pública, sino para ejercer de líder unívoco y guía espiritual. Y como las responsabilidades se derivan en cascada hacia la cúspide (y hasta el infinito y más allá), los electos sólo han de responder para ovacionar al líder, como antiguos procuradores en Cortes, o acabar fatal por «romper la disciplina de partido».
Sólo es política. El viejo caldo del descontento, que suele condensarse en vacas flacas, en el que se han guisado las grandes algaradas y cambios históricos. No hay que observarlo en un contexto de nuevas tecnologías: es sociología y economía.
Puede que haya detrás alguna aviesa mano oportunista, que ha elegido su momento de hacer ruido, pero de la algarabía confusa del #15M, lo visceralmente más honesto y poderoso es el #nolesvotes, visto desde el espejo. Y mañana, jornada de reflexión. ¿Sobre qué?